Emoción por la mañana de fiesta
Cuando por fin llegó el gran día, la casa bullía de expectación. Todas las paredes y rincones brillaban con una rica decoración: serpentinas resplandecientes, globos de gran tamaño y detalles elegantes que hacían que el lugar pareciese un despliegue de una revista de moda. Era propio de mi madre hacer todo lo posible. Estaba preparada para otra de sus fiestas glamurosas, pero esta vez tenía un plan para hacerla memorable de una forma que ella no esperaba.
La emoción de la mañana de fiesta
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Los invitados llegan con grandeza
Cuando empezó la fiesta, la gente empezó a entrar en fila, cada uno llevando con orgullo cajas lujosamente envueltas que brillaban bajo las luces. Desde mi puesto cerca de la puerta, les observé charlar animadamente, preocupándose por los regalos que habían traído. Sin embargo, mi entrada cambió el ambiente: las conversaciones se apagaron y las cabezas se volvieron. Mi madre se inclinó hacia mí con los ojos entrecerrados y susurró con dureza: "¿Por qué estás aquí? Te dije que no vinieras" Pero pasé de largo, negándome a que sus palabras me detuvieran.
Los invitados llegan con grandeza