Siguen llegando invitados
Después, la Sra. Turner volvió a mezclarse entre la multitud, dejándome observar cómo entraban más invitados por la puerta. La sala se llenó de charlas y risas, y las voces se agitaban unas sobre otras con creciente excitación. Cerca de la mesa de mamá, un montón de regalos llamativos y brillantemente envueltos se apilaba cada vez más alto, cada paquete más grandioso que el anterior. Cada nuevo regalo suscitaba nuevas habladurías y, aunque mi modesto regalo parecía tan pequeño entre todos ellos, podía sentir que la gente se preguntaba qué era.
Siguen llegando invitados
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Centrarse en los cotilleos
Cuanto más duraba la fiesta, más claro se hacía que los cotilleos dominaban la sala más que la alegría genuina. Las conversaciones giraban sin cesar en torno a susurros, rumores y especulaciones, como abejas zumbando sobre la miel. Mi madre, exultante de admiración, flotaba graciosamente de invitado en invitado, sin que se le borrara la sonrisa pulida cuando le llovían los cumplidos. Sin embargo, capté un sutil parpadeo en sus ojos cuando miraba repetidamente hacia la brillante pila de regalos, como si sopesara y clasificara su valor en su mente.
Centrarse en los cotilleos